DISCULPE
-¿Sí, hijo mío?-
Frunció la
frente-. Porque eres de género masculino, ¿verdad?-añadió.
ME HA COSTADO
MUCHO
ENCONTRARLE. PERO ESO ES ALGO QUE SIEMPRE SE ME HA DADO MUY BIEN.
-¿En serio?
ME HAN DICHO QUE
USTED LO
SABE TODO.
El hombre santo
abrió el
otro ojo.
-El secreto de la
existencia consiste en desdeñar los lazos terrenales, dar la espalda a
la
quimera de los valores materiales y buscar la unicidad con el
Infinito-dijo-. Y
ni se te ocurra acercar tus manos a mi cuenco de las limosnas.
La visión del
suplicante le
estaba creando ciertos problemas.
YO HE VISTO EL
INFINITO,
comentó el desconocido. NO TIENE NADA DE ESPECIAL.
El hombre santo
echó un
vistazo a su alrededor.
-No seas
idiota-dijo. .No
se puede ver el Infinito. Precisamente porque es infinito,
¿comprendes?
LO HE VISTO.
-De acuerdo, de
acuerdo. ¿Y
qué aspecto tenía?
ES AZUL.
El hombre santo
se
removió
intranquilo. Aquella no era la manera en que se suponía que tenían que
ir las cosas.
Una rápida entrada en el Infinito y un suave pero significativo
empujoncito en
dirección del cuenco de las limosnas: así era como tenían que ir las
cosas.
-Es negro-musitó.
NO CUANDO SE LO
VE
DESDE EL
EXTERIOR, dijo el desconocido. EL CIELO NOCTURNO ES NEGRO. PERO ESO ES
MERO
ESPACIO. EL INFINITO, SIN EMBARGO, ES AZUL.
-Y supongo que
sabes cuál
es el sonido que produce una mano al aplaudir, ¿verdad?-preguntó el
hombre
santo malévolamente.
LO SÉ. “PL”.
LA OTRA
MANO HACE EL “AS”.
-¡Ajajá! Pues no,
ahí te
equivocas-dijo el hombre santo, volviendo a pisar terreno más firme.
Agitó una
flaca mano-.Ningún sonido, ¿ves?
ESO NO HA SIDO UN
APLAUSO.
SOLO HA SIDO UN SALUDO.
-¿Pues claro que
ha sido un
aplauso! Lo que pasa es que no estaba utilizando las dos manos. ¿Qué
clase de
azul, de todas maneras?
USTED SOLAMENTE
HA
SALUDADO. NO ME PARECE QUE ESO SEA MUY FILOSÓFICO. AZUL CORAL.
El hombre santo
miró
montaña abajo. Se estaban aproximando unas cuantas personas- Levaban
flores en
el pelo y traína consigo algo que se parecía mucho a un cuenco de
arroz.
O POSIBLEMENTE
EAU-DE-NIL.